Hoy toca hablar de cuentos como herramienta de educación. Y esto es culpa de una cuenta-cuentos profesional, se llama Carmen y es un gusto conocer gente así.
Primero vemos lo que nos cuenta un cuento clásico como Samaniego el famoso cuento de la lechera
Llevaba en la cabeza
una lechera el cántaro al mercado
con aquella presteza,
aquel aire sencillo, aquel agrado,
que va diciendo a todo el que lo advierte
¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte!
Porque no apetecía
más compañía que su pensamiento,
que alegre le ofrecía
inocentes ideas de contento.
Marchaba sola la feliz lechera,
y decía entre sí de esta manera:
«Esta leche vendida,
en limpio me dará tanto dinero,
y con esta partida
un canasto de huevos comprar quiero,
para sacar cien pollos, que al estío
merodeen cantando el pío, pío»
«Del importe logrado
de tanto pollo mercaré un cochino;
con bellota, salvado,
berza, castaña engordará sin tino;
tanto que puede ser que yo consiga
ver como se le arrastra la barriga»
«Llevarélo al mercado:
sacaré de él sin duda buen dinero;
compraré de contado
una robusta vaca y un ternero,
que salte y corra toda la campaña,
hasta el monte cercano a la cabaña».
Con este pensamiento
enajenada, brinca de manera
que a su salto violento
el cántaro cayó. ¡Pobre lechera!
¡Qué compasión! Adiós leche, dinero,
huevos, pollos, lechón, vaca y ternero.
¡Oh loca fantasía!,
¡Qué palacios fabricas en el viento!
Modera tu alegría;
no sea que saltando de contento,
al contemplar dichosa tu mudanza,
quiebre tu cantarilla la esperanza.
No seas ambiciosa
de mejor o más próspera fortuna;
que vivirás ansiosa
sin que pueda saciarte cosa alguna.
No anheles impaciente el bien futuro:
mira que ni el presente está seguro.
¿Qué podemos sacar en claro para la educación financiera?
Sin duda es una clara llamada a estar centrados en el presente y no dejarlo todo a la ensoñación. Que lejos queda de esas colecciones de citas que llenan el «timelime» o el muro de nuestras redes sociales.
No anheles impaciente el bien futuro:
mira que ni el presente está seguro.
Por darle una vuelta de tuerca podemos decir lo mismo a los emprendedores que fían su actuación al plan de negocio. O peor a los que no lo tienen.
A los que se endeudan mas allá de lo que se puede pagar.
El tratamiento del futuro en economía por ejemplo, también se puede aprovechar de este cuento. El futuro se hará según me parezca a mí, en vez de tener en cuenta que el no hay nada escrito. Todo es aleatorio o contigente.
Pero a pesar de todo no perdamos la capacidad de soñar, porque como dice un proverbio «donde van tus pensamientos, van tus pasos»